Juntos podemos hacer indiferente la diferencia
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| Publicación julio 9, 2024| Última actualización julio 9, 2024
Inclusión es un término que, según la RAE, significa inserción, colocación, penetración. Esa ha sido nuestra gran lucha desde 2003, cuando en Colombia nadie imaginaba posible que personas con Síndrome de Down, que sufrieron falta de oxígeno al nacer o que tenían autismo pudieran agregar valor a las organizaciones. Más de 20 años después, se han logrado grandes conquistas.
Conseguir una vida productiva, independencia económica, ser parte de algo, construir un proyecto propio, sentirse orgullosos de sí mismos, ser ejemplo de resiliencia para su círculo cercano y resignificar una condición como la discapacidad, es lo que logra un programa como el de Best Buddies, de la mano de empresas comprometidas y dispuestas a apostar por la inclusión laboral.
Más de 1.500 Amigos del Alma y más de 50 mil colaboradores de más de 100 empresas han sido impactados después de formar parte de esta red de inclusión. Sin embargo, la tarea está lejos de cumplirse, aún seguimos en deuda.
Se calcula que en Colombia hay cerca de 800 mil personas con discapacidad intelectual; no existe información sobre cuántas están en edad laboral para ser incluidas, pero se estima que el desempleo en esta población es cercano al 80%. Así que hay mucho por hacer y la responsabilidad de actuar recae en todos aquellos que tienen la posibilidad de marcar la diferencia.
El trabajo dignifica y tiene un efecto multidimensional porque rompe círculos de pobreza. Hemos sido testigos de Amigos del Alma que crecieron en las calles, con padres recicladores, sin ninguna expectativa de tener un futuro diferente, y que ahora trabajan. Han ayudado a sus padres a salir de los vicios, les han enseñado a leer y escribir, se han casado, tienen hijos y una vivienda propia fruto de su esfuerzo laboral.
Amigos del Alma con Síndrome de Down son dueños de su casa después de estar vinculados laboralmente por más de 15 años. ¡Que alguien nos cuente cuántas personas en esta condición en el mundo pueden contar esta historia llena de inspiración! Y es que en la inclusión laboral ganamos todos.
Gana la persona con discapacidad intelectual por razones obvias, gana su familia. Que lo confirmen esos padres que sacrificaban su vida productiva para quedarse en casa cuidando a su hijo con discapacidad intelectual y que ahora también aportan a la economía del hogar. Con ese contrato de trabajo, además, tienen acceso a la salud por ser beneficiarios de sus hijos. Sí, de esos hijos que antes los hacían sentir avergonzados y angustiados, pues la discapacidad es costosa.
Pero sigamos con el inventario de los ganadores: ganan las empresas al atraer talento diverso que mejora la comunicación entre sus colaboradores, que inspira a esos miembros del equipo y los hace sentir orgullosos de su compañía que cree en que el derecho al trabajo es de todos y para todos. Gana la sociedad, que se transforma en una sociedad más justa, equitativa, comprometida y responsable con aquellos que no la tienen tan fácil en la vida. Y gana el país. Personas que antes eran una carga, un gasto, una preocupación, ahora contribuyen a la economía. Se bancarizan, consumen, deciden y eso es progreso.
Si estás leyendo esto y tienes en tus manos la posibilidad de hacer una diferencia, te invito a que asumas una actitud protagónica y responsable y busques caminos que permitan seguir contribuyendo a la inclusión laboral de población difícilmente empleable. Si todos sumamos, más temprano que tarde lograremos reducir las brechas de desempleo. Escoge ser parte de la solución y si quieres un Amigo del Alma en tu equipo, búscanos. Estaremos dispuestos a acompañar a tu organización en la creación de un programa que transforma realidades.
¡Juntos podemos hacer indiferente la diferencia!
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